Anatomía sensible, de Andrés Neuman


Pese a su trascendencia para nuestra evolución, la mayoría de sus partes permanece inaccesible al ojo. Esta cualidad mística de la cadera descansa en la región sacra, con sus cuevas y promontorios. El resto de la misma se halla colonizado por guerreros grecolatinos: Coxis, Isquion, Ilion, Acetábulo”.
Neuman disecciona el cuerpo con precisión de cirujano, pero no sólo las partes conscientes, esas que están científicamente clasificadas en los tratados médicos, las que nos duelen y tienen a un especialista esperándonos con un analgésico en cualquier consulta. La cabeza, la vagina, la espalda, el tobillo, la barriga, la nariz o la cadera son órganos, pero también son líneas, soportes, evidencias y tapaderas de algo. Estas partes de nuestro cuerpo que fácilmente nos vienen a la cabeza acompañan a otras a las que no solemos considerar en toda su realidad y existencia: la axila, las pecas, los codos, la sien, el párpado.  Partes que recordamos sólo de vez en cuando y que no gozan de ninguna familiaridad cotidiana, aunque estén con nosotros ahí, delante del espejo cada día. La única razón que encuentro para esta ignorancia involuntaria es el dolor. Cada especialista tiene asignado una dolencia o una herida, otras tienen asignadas una existencia en la sala de espera.
El autor deconstruye a nivel anatómico las peculiaridades de cada parte del cuerpo que decide tocar, para luego volver a tocarlo en un nivel sensitivo, y luego caer en una reflexión social que parece extenderse como una onda invisible, excediendo la piel. Cada una se convierte en sujeto independiente, tiene una función comunicativa, la quiera o no, tiene precedentes históricos, se comunnica. Nuestro cuerpo resulta ser una amalgama que ya no tiene que ver sólo con tejidos y órganos, sino que sufre la aspereza de los protocolos no escritos, la mala postura de nuestros hábitos insanos en ocasiones, la ironía del lenguaje –porque el lenguaje es una constante en la obra de Andrés Neuman-. Aquí se deshilan tejidos y con ellos hilos se teje una luz en el otro lado que no es evocadora, sino que dilucida lo que ya está ahí, en imágenes que usan los cinco sentidos para ser tan precisas como divertidas.
Este libro es un juego, es  una reflexión rebelde y llena de humor sobre nuestra envoltura, sobre la posición corporal que tomamos, en masculino y en femenino, en todo. Será porque nosotros somos nuestro cuerpo.

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