La belleza del marido, de Anne Carson



¿Es en la inocencia tan solo uno de los disfraces de la belleza?
Podía llenar estructuras de
amenaza con una luz como el aceite de oliva más virgen.
[Empecé a entender la naturaleza
como algo cosido y profundo en lo que uno se sumerge,
[oscureciéndose.
Sí, me estoy demorando de nuevo.
Envuelta en llamas y revolcándome en el cielo es como me sentí
[la noche en que me dijo
que tenía una amante y con tímido orgullo
sacó una foto.


Tendemos a la belleza, como propósito y como razón de estar. Buscar la belleza es un viaje hacia el placer y su contemplación nos suele otorgar momentos de plenitud. En La belleza del marido. Un ensayo narrativo en 29 tangos, Anne Carson nos la ofrece a través del desmoronamiento de un matrimonio joven, debido a las infidelidades del marido.

 Su publicación no es nueva, fue editada hace casi veinte años, pero llegó a nosotros el año pasado de la mano de Lumen y de la traducción de Andreu Jaume. Quisiera pensar que no llego tarde si decido ahora hacer un apunte, y quedarme con la satisfacción que supone poder escapar a la lectura y crítica inmediata, lejos de la incansable mesa de novedades.

Este pedazo de poemario orbita en torno al tema de la belleza alrededor de la ruptura de ese matrimonio: la belleza del marido, la que reside en la idea ingenua del matrimonio (a tenor de las circunstancias), la belleza del sexo, incluso, la belleza del propio dolor. El “yo” poético aquí rememora momentos, conversaciones y reflexiones íntimas, hiladas con referencias a la cultura grecolatina y pululando alrededor de la idea de belleza alojada en la obra de John Keats. Los versos del mismo poeta introducen cada uno de los poemas-tango de este libro.

Me sorprende y fascina la habilidad de Carson para saltar desde un detalle íntimo de la relación de la pareja o una escena evocadora para trascender hacia nuestra propia idea de la belleza como lectores, y ser capaces de armonizarla con la del “yo” poético de manera que podamos ver claramente que es un ejercicio que nos rodea, en lo terrible y en lo liviano. Es admirable como Carson le da forma a todo ese material que vuelca y lo convierte en un andamio lleno de significados hilvanados perfectamente, como si fuera una gema de planos brillantes. En cada uno de esos planos se posa un elemento: el dolor, los recuerdos, las conversaciones, los dioses, las denominaciones latinas, las preguntas sin respuesta, Homero, el marido, proyectando hacia el centro un fragmento de luz que acabe uniéndose a un resplandor único.  La obra supone una exposición a tres voces: la del marido, la del amigo del marido y la propia, pero siempre desde el yo y la intimidad del dolor, a través de un lenguaje terrenal y divino, entre este mundo y el de las ideas.

Podéis encontrar este y otros títulos aquí.


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